Destilerías Aldea. Un museo en plena zafra

Actualizado el jueves, 25 octubre, 2018

La cuarta generación de la familia Quevedo divulga el proceso artesanal del ‘Ron Aldea’

UNA TRADICIÓN CENTENARIA
En ‘Gente Rural’ visitamos el trapiche El Melonar en Puerto Espínola, en el municipio de San Andrés y Sauces, para conocer cómo se elaboran los preciados rones y licores de ‘Destilerías Aldea’.

CENTRO DE INTERPRETACIÓN
El aroma de la caña de azúcar recién cortada recibe a turistas y vecinos, que a través de una visita guiada por la fábrica pueden contemplar este proceso artesanal ligado a la historia de La Palma. 

Desde 1936, la familia Quevedo mantiene vivo el legado de los primeros maestros roneros, una tradición centenaria que en la actualidad se sigue conservando gracias al tesón y entusiasmo de sus descendientes. “Mi hermanas y yo somos la cuarta generación y continuamos con el mismo proceso artesanal de antaño, lo que nos permite obtener un producto de altísima calidad”, asegura José Manuel Quevedo ante la mirada orgullosa de su padre. Juntos han logrado reforzar la labor de ‘Destilerías Aldea’, ampliando su producción y mejorando unas ventas que crecen cada año, pero también acercando al público el día a día de la fábrica a través de la gestión del Centro de Interpretación de la Caña del Azúcar y del Ron.

 Visitantes y residentes pueden disfrutar de un “maravilloso viaje a través de la historia de una de las tradiciones con mayor arraigo en Canarias, conociendo todo el proceso de elaboración del ron, desde la molienda de la caña del azúcar, la fermentación del jugo o guarapo, hasta el destilado”, sostiene José Manuel acompañándonos en la visita por las instalaciones. En ellas, todo está diseñado para que el público se sienta partícipe de cada una de las etapas y de los aspectos históricos, sociales y culturales de un cultivo que durante los siglos XV y XVI fue de gran importancia para la economía local.

El Trapiche El Melonar se encuentra en el Puerto Espínola, enclave histórico por su vinculación al comercio del azúcar palmero y el escenario perfecto para degustar el placer de volver a las raíces.

 

UNA VISITA ENDULZADA POR LA HISTORIA
Durante el recorrido, el público descubre la importancia de este cultivo para La Palma, así como la historia de una entidad que traslada su sede a la isla en 1950.

“El cultivo de la caña de azúcar fue el principal motor económico de la colonización europea tras la conquista”, nos explica el empresario, adentrándonos en la historia de un sector que no se entendería sin el legado de su familia. “Mi bisabuelo Manuel Quevedo, un hombre adelantado a su tiempo, funda en 1936 la fábrica del ‘Ron Aldea’ en el municipio grancanario de la Aldea de San Nicolás. Él emigró muy joven a Cuba, pasando también por Santo Domingo y por Madeira, lugares donde ejerció labores en el mundo de los ingenios azucareros y en la destilación de aguardiente”.

Infinidad de experiencias y conocimientos que trajo consigo para dar forma a un proyecto empresarial que cumple más de ocho décadas y que ha encontrado en la isla de La Palma los recursos necesarios para avivar su éxito. “Por razones ligadas al cultivo, que allí empezó en declive y aquí estaba en auge, a mitad de los años cincuenta la marca se traslada a San Andrés y Sauces, dando lugar a un segundo ciclo”. En la actualidad, casi un siglo después, “continuamos con la destilación directa del jugo de caña como método imprescindible en la elaboración de nuestro ron, utilizando el alambique original, a fuego directo de leña”, destaca.

EL ALAMBIQUE, UNA JOYA EN ACTIVO La entidad conserva el mismo alambique de cobre que su fundador ordenó construir a la casa Egrott (Francia) y que le permitió diferenciarse de la competencia.

Antes de la destilación, el proceso se inicia con la molienda de la caña y la fermentación del guarapo. “Según va llegando a la fábrica, se va clasificando para la molienda y extracción del jugo. Luego se pasa a tanques para su hidratación, incorporándole agua para llevarlo a la densidad de azúcar deseada. El siguiente paso es la fermentación que dura en torno a unas 30 horas de duración y por último, la destilación donde obtenemos el aguardiente de manera directa”, nos detalla José Manuel. Un proceso artesanal que permite al ron mantener el sabor, aroma y bondades de la caña de azúcar recién cortada.

“Toda la caña que utilizamos es cultivada por agricultores locales que siguen prácticas sostenibles y nos brindan una materia prima de calidad. El 80% del cultivo se concentra en esta zona noreste de la isla, aunque también hay plantaciones en Tijarafe, Breña Alta o Los Llanos de Aridane”.

La pureza del agua y la inagotable brisa del Atlántico propician en la isla la conservación de un cultivo que en la actualidad ocupa una superficie de 4,3 hectáreas y cuya producción se destina en su práctica totalidad a la elaboración del ron.

“La zafra solemos empezarla pasada la Semana Santa y se alarga durante tres meses más o menos. Las previsiones este año son muy buenas y esperamos alcanzar los doscientos mil kilos del año pasado”, destaca.

RONES Y LICORES DE PREMIO Las diversas creaciones de ‘Ron Aldea’, de reconocimiento internacional, se pueden degustar y comprar en la tienda contigua al museo.

Tras la visita al museo, cuya financiación ha contando con el respaldo de ADER La Palma, el público entiende el valor tradicional que distingue a su amplia gama de productos. “Es importante que sepan diferenciar entre los rones artesanales hechos directos del jugo como los nuestros, que conservan todas las propiedades y características organolépticas de la caña, de los industriales que se hacen con la melasa y son la mayoría”, aclara.

Tras el proceso de maduración en madera de roble se alcanzan caldos de máxima calidad codiciados y admirados a nivel internacional. Aunque la producción se destina principalmente al mercado local, desde 2014 la entidad exporta al resto de Europa, liderando en la actualidad también una nueva experiencia comercial con Canadá. «Podemos decir que ‘Destilerías Aldea’, en estos últimos años seis o siete años, ha experimentado anualmente una subida en las ventas, gracias a las exportaciones y a que hemos sabido desarrollar mejor la marca comercialmente aumentando el surtido en más de 15 productos diferentes”.

Nuevos sabores para una historia que continua, con la ilusión de brindar el mejor legado a la quinta generación.