17 Sep Quesos Jimagua
Actualizado el jueves, 25 octubre, 2018
EL EMPUJE DE LA JUVENTUD. Visitamos ‘Quesos Jimagua’ en Santa Cruz de La Palma, explotación familiar que encauza con éxito el relevo generacional gracias al entusiasmo y buen hacer del joven José Eduardo Rodríguez Cruz.
EL TRIUNFO DE LO ARTESANAL. Inscrita en el Consejo Regulador de Denominación de Origen ‘Queso Palmero’ desde 2016, la marca apuesta por un proceso de elaboración artesanal que conquista los paladares más exigentes.
El medio rural palmero se rejuvenece para dar continuidad a tradiciones centenarias que se transfieren con sazón a futuro. Con sólo 25 años, José Eduardo Rodríguez Cruz ha logrado fortalecer el negocio familiar ‘Quesos Jimagua’, explotación de cabras de raza autóctona que atiende con acierto. “Desde pequeño siempre he ayudado a mis padres con los animales, pero al cumplir la mayoría de edad fue cuando la granja se puso a mi nombre y cogí el testigo. Antes era toda de palés y poco a poco la he ido arreglando a mi gusto. En este tiempo, los clientes no han parado de crecer, y gracias a su confianza, aquí seguimos con ilusión y humildad tirando para delante”, asegura el joven ganadero.Con más de 200 cabezas de ganado, entre cabras adultas y de recría, nos explica que el día a día en la granja no es fácil. Sin embargo, en esta labor no está solo, pues sigue contando con el respaldo de sus progenitores Antonio Rodríguez y Clotilde Cruz. “Ellos son la pieza clave, su ayuda es primordial. Sin su apoyo no podría tener tantos animales ni mantener el nivel de producción que tenemos actualmente. Mis hermanos igual, me ayudan muchísimo, por eso siempre digo que ‘Quesos Jimagua’ es una empresa familiar y nuestro secreto está en la unidad. Si no estamos unidos, mal negocio”, recalca. A esta garantía de éxito, José Eduardo añade su pasión por mantener un oficio al que sus padres han dedicado toda su vida y que ahora, le brindan para forjar su propio futuro en el medio rural.
“Mi madre lleva haciendo queso desde hace más de treinta años, empezó en casa ya que mi abuela tenía un puesto en la recova y había bastante demanda. Con el tiempo vendieron unos becerros y compraron este terreno”, recuerda José Eduardo, quién no ha dudado en conservar el mismo procedimiento de antaño, empleando en su elaboración cuajo natural de cabrito y sal marina de Fuencaliente. Tras las labores de ordeño que inicia a las seis de la mañana, deja la leche preparada y se vuelca con la alimentación del ganado. “Yo soy muy forrajero, no uso pienso ninguno. Me muevo por muchos puntos de la isla para recoger pasto para los animales. Esta semana mismo estoy subiendo al Pico de la Nieve”. Mientras, su padre Antonio le ayuda con el pastoreo, el complemento ideal a la dieta. “Es una práctica que hoy en día ya se ve muy poco. Además de traerle monte, aquí las cabras se pastorean todas las tardes, llegan hasta al Santuario. Cuesta mucho trabajo y sacrificio pero gracias a eso hemos conseguido el éxito que tenemos”.Por este motivo, en ‘Quesos Jimagua’ cada reconocimiento se recibe con alegría. “Este año, en San Antonio del Monte nos llevamos el primer premio en queso semicurado. Que en una tierra de tan buenos pastos como Garafia se valore el trabajo que hacemos nosotros es muy gratificante. Hasta lloramos de la emoción, la verdad que fue un momento muy especial”, sostiene.